El amuleto es un objeto al que se le atribuye el poder de preservar o de ser un medio protector contra los sortilegios, enfermedades, accidentes y otros males. Es decir, de los que le pueda desear malamente otra persona, así como de cualquier desgracia en general. Estas exclusivas cualidades protectoras contra los males y agentes contra los que sufren, los talismanes tienen diferentes cualidades y funciones mágicas. Los amuletos, confundidos la mayoría de las veces con los talismanes, se hallan en los vestigios y ruinas de las más antiguas civilizaciones de la tierra. El origen de los amuletos hay que buscarlo en los tiempos más remotos de la vida del género humano, en la prehistoria de los pueblos. El hombre, asustado de los fenómenos naturales que se sucedían en torno suyo y cuyas causas no podía comprender, motivado a ello tuvo que buscar algo que lo protegiera de todo lo que no tenía explicación, algo que le diera valor para sobrevivir ante el miedo y pavor que experimentaba por los desastres y fenómenos extraordinarios que contemplaba, las enfermedades y la muerte.
Nada más fácil que atribuirle todos los grandes hechos a fuerzas sobrenaturales desconocidas y a los espíritus malignos y poderosos. Se colgaban al cuello un amuleto como preservativo contra ellos.
Los amuletos prehistóricos que se han encontrado son de piedra, arcilla, huesos, cuernos, bronce y generalmente ofrecen la forma de disco, rueda, martillo, media luna, etc. Posteriormente, a medida que el hombre fue adquiriendo conocimientos, reuniéndose en grupos grandes y formando pueblos, que a su vez formaron imperios, los amuletos fueron haciéndose más complejos, utilizándose en su confección piedras preciosas, metales, plantas medicinales, partes de animales, etc.
El hombre entonces descubrió, y quizás antes, que ciertas piedras preciosas y semipreciosas poseían propiedades ópticas, magnéticas y térmicas, y estas propiedades, según eran aplicadas a ciertas enfermedades, parecían devolverle la salud mientras que otras protegían de peligros, alejando a los malos espíritus. No pudiendo explicarse estos y otros fenómenos de las piedras, atribuían a las mismas virtudes o poderes que contrarrestaban los fenómenos de la naturaleza que les eran adversos.
Más tarde, el hombre comparó el brillo de las piedras preciosas con los astros y creyó encontrar relación entre unos y otros.
Por otra parte, para aumentar el poder mágico inherente a determinadas piedras, algunos pueblos tuvieron la idea de grabar en ellas sus símbolos sagrados. Esta costumbre nació en Mesopotamia, caldeos y babilonios y en Egipto. También surgieron amuletos para lograr el valor y la audacia para triunfar en los negocios, obteniendo riquezas y también para obtener el amor y la felicidad. Casi todos los objetos naturales, como piedras, metales, flores, huesos, conchas, plumas y otros variados objetos, tenían poderes talismánicos y eran empleados como amuletos de distintos usos y aplicaciones mágicas, incluso entre los pueblos ocultos en los más apartados rincones de la tierra. Más tarde, con las primitivas civilizaciones, aparecieron las joyas, las piedras preciosas labradas, las reproducciones de astros, dioses, números, signos, figuras esotéricas y nombres sagrados. Los materiales empleados en los amuletos y talismanes eran de procedencia mineral, animal y vegetal. Entre los minerales se encontraban la arcilla, la piedra de rayo, el sílex, el rubí, la esmeralda, el diamante, el oro, la plata, el hierro, etc. Entre los materiales de origen animal se encuentran animales enteros o sus partes como garras, dientes, uñas, plumas, grasas, huesos, pelos, marfil y las conchas, etc. En este rubro hay que incluir cosas del ser humano, ya pertenezcan o le sean afectas, como cálculos biliosos, el primer diente caído de un niño, reliquias de un centenar de objetos diversos, huesos y dientes taladrados, astillas de un patíbulo. El hombre prehistórico fabricó amuletos y talismanes diversos, algunos redondos con huesos sacados del cráneo por trepanación.
Entre los vegetales hay que citar tanto las flores como sus semillas, resinas, raíces, hojas, todo según la función a realizar. Entre los caldeos, los amuletos nacieron como una necesidad de hacer permanecer vigentes los conjuros mágicos, basándose en la creencia de aquel pueblo, según la cual las palabras escritas tenían el mismo poder que las cosas a las cuales representaban. Los amuletos en el antiguo Egipto fueron variados; en su gran mayoría, eran tallados en piedra dura, posiblemente modelados en tierra y esmaltados. Esos amuletos son eternos.
En cada tumba descubierta se los ha encontrado a centenares y cada surco del arado pone continuamente muchos al descubierto. El pueblo hebreo adquirió la costumbre de llevar amuletos de los babilonios y egipcios, aunque en la Biblia no aparece un nombre común para designarlos. Sin embargo, los judíos los usaban para protegerse de los demonios y del mal de ojo. Para ellos, protegerse era una necesidad imperiosa, y para ello llevaban adornos o anillos como amuletos. Los hebreos también ponían amuletos en las tumbas de sus muertos, aún en la época de los macabeos y en la romana. Incluso a los animales colgaban amuletos para protegerlos de males desconocidos; eso lo realizaban los madianitas según dice el libro de los Jueces. El arte de grabar las piedras finas recibe el nombre de glíptica y comprende el entalle y el camafeo.
Se ignora el origen de la palabra camafeo, que tanta difusión ha tenido a través de la historia. El dominio de los glípticos en los amuletos comprende diferentes variedades de cuarzo, ágata, jaspe, sardónica, cornalina, calcedonia, cristal de roca, aguamarina, jacinto, ópalo, amatista, lapislázuli, granate, malaquita y hematita.
Los chinos también eran muy supersticiosos; la prueba de ello son los numerosos amuletos talismánicos colgados en las casas, entre los cuales destacaban los sables de monedas. Estos eran monedas antiguas de cobre, atravesadas por una especie de lanza de hierro a manera de espadas con la empuñadura en forma de cruz que colgaban a la cabecera de la cama, con el fin de que los soberanos cuyo busto llevaban alejaran los malos espíritus o kourei, en los que creían ver los espectros de las personas que habían perecido de muerte violenta y que volvían para molestar a los vivos. Otro amuleto chino al que se le atribuyen poderes para alargar la vida es la cerradura de las cien familias. Los antiguos persas aplicaban como preservativos a diversas partes del cuerpo una especie de cintillas provistas de sentencias de un cierto rey Feridoum.
Los hindúes llevaban piedras finas con fórmulas mágicas como amuletos, así como láminas de oro y plata y cintas con inscripciones.
Muchas joyas, quizás todas al principio, se llevaban como protección contra la influencia maléfica de los espíritus o de la mala influencia de los planetas. Las piedras preciosas se consideraban que ejercían una influencia benéfica en quien las llevaba. Los árabes ponían gran fe en los talismanes; esa fe todavía se conserva en las tribus y pueblos apartados de las modernas metrópolis. Los gnósticos usaban amuletos y talismanes muy diversos, tanto para sus rituales como para protegerse.
Los esquimales también usaban sus amuletos, casi siempre hechos de huesos. Los antiguos cristianos también usaban sus amuletos protectores.
El ser humano, de la época que sea, siempre pensó en que existían fuerzas a su alrededor, las cuales lo afectaban para bien o para mal, y a través de los talismanes y de los amuletos restaba el mal y lograba incrementar el bien y con ello el éxito y los triunfos.
Los amuletos y talismanes son objetos mágicos, ya por influencias astrales derramadas sobre ellos o bien por las virtudes de que están naturalmente compuestos y que obran en razón de la magia que los acompaña y que hace posible que la buena suerte recaiga sobre quien los lleva.
El poder de la magia ha sido comprobado desde los tiempos más remotos de la humanidad, y las fuerzas que la integran se llaman ahora de otro modo que se dicen más científicos, como magnetismo, sugestión, hipnotismo. Las prácticas mágicas, ahora consideradas como supersticiones, fueron sin embargo en su tiempo fuente inagotable de valiosos descubrimientos y métodos que crearon bien a la humanidad. La alquimia, por ejemplo, hizo nacer la química, así como la herboristería dio nacimiento a la medicina. Es pues solo el efecto de esas prácticas mágicas el que debe ser laudable por su intención, solo si se dedica a proyectar el bien y la positividad. En este sentido, diré que volvemos a la eterna lucha desde que fue creado el mundo y traídos sobre la faz de la tierra los primeros seres venidos de otros mundos más evolucionados.
La lucha entre el bien y el mal, entre lo positivo y lo negativo, entre la luz y la sombra. La realización de los métodos, sistemas, fórmulas, recetas y sugestiones que se vienen realizando desde tiempos tan antiguos que la memoria del hombre actual no llega. Muchas personas se ven engañadas en sus esperanzas por no acatar las recomendaciones exactas de cada caso en particular. Realizan sus fórmulas y grabaciones talismánicas cualquier día y hora, sin tener en cuenta que las fórmulas astrológicas solo adquieren virtud si se ejecutan en el momento mismo en que las influencias astrales acaecen, y no antes ni después. Por ello es tan necesario ver y conocer los signos y el tiempo en que dominan los planetas, y para ello las tablas correspondientes, para cada caso siempre y cuando tenga los conocimientos necesarios para utilizarlas.
Quien realice correctamente los cálculos y fabrique su talismán o amuleto el día y a la hora indicada en su caso muy particular y bajo la correcta influencia astrológica no se verá defraudado en su labor, y tendrá mucho éxito y triunfos en plenitud. Hay que penetrar en este difícil mundo de la magia en el cual nadie camina recto si no es llevado de la mano por quien tenga ya un conocimiento más perfecto y preparado para las sorpresas que se pueden encontrar en el camino de la magia y del ocultismo práctico.